Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Brasil es el país con el mayor número de personas ansiosas en el mundo. El informe, de 2018, señaló que 18.6 millones de personas sufren crisis de ansiedad: esto representa el 9.3% de toda la población brasileña. 

Con la pandemia del nuevo coronavirus, las estadísticas preocupan aún más. Para tener una idea, la búsqueda en Google por “cómo es tener crisis de ansiedad” aumentó más del 5000% entre enero y julio de 2020.

Pero, al final, ¿cómo se caracteriza la ansiedad? 

La ansiedad, en sí, puede caracterizarse por sentimientos de:

• nerviosismo, 
• miedo,
• preocupación. 

Estas sensaciones son normales hasta cierto punto, ya que son comportamientos casi instintivos del ser humano antes de un evento importante, como una entrevista de trabajo o una presentación en público, por ejemplo. Son reacciones naturales del cuerpo para ayudarnos en nuevos desafíos o en situaciones que exigen cautela. 

Sin embargo, cuando esto comienza a afectar la rutina y ocasionar un sufrimiento muy significativo y constante, la ansiedad pasa a ser considerada un trastorno mental que compromete la calidad de vida y que necesita ser tratada.

Normalmente, en una crisis de ansiedad, lo que sucede es que hay una intensificación de algunas sensaciones que ya serían comunes y la aparición de sensaciones nuevas. Este conjunto de sensaciones en la literatura se denomina síntomas. Pueden variar de persona a persona, sin reglas específicas, pero suelen involucrar:

• palpitaciones y dolores en el pecho;
• un sentimiento de desgracia inminente;
• respiración agitada;
• falta de aire;
• agitación en las piernas y los brazos;
• tensión muscular;
• migrañas;
• boca seca;
• temblores;
• cansancio;
• insomnio;
• diarrea; 
• dificultad de concentración;
• irritabilidad; 
• sudoración; 
• náuseas;
• miedo. 

¿Por qué cuidar la ansiedad? 

Cuando no se trata o no se acompaña debidamente, la ansiedad puede convertirse en un problema que perjudica diferentes áreas de la vida, desde las relaciones personales hasta el rendimiento en el trabajo. Pero la buena noticia es que es posible tratarla con acompañamiento psicológico y psiquiátrico. ¿Y la hipnosis? Bueno, entra como herramienta auxiliar de estos profesionales.

¡Sigue leyendo y lo entenderás mejor! 

¿Qué es la hipnosis y cómo puede ser una aliada en el tratamiento contra las crisis de ansiedad? 

Técnica que se ha utilizado cada vez más en terapias, la hipnosis se define como “un estado de conciencia que involucra atención concentrada y conciencia periférica reducida, caracterizado por una mayor capacidad de respuesta a la sugerencia, en el que se conduce al paciente a experimentar cambios en las sensaciones, percepciones, pensamientos o comportamiento”. 

La metodología, claro, puede utilizarse para diversos fines, y esto incluye el tratamiento de trastornos como la crisis de ansiedad. 

La hipnosis está regulada y reconocida por los Consejos Federales de Medicina, Psicología, Fisioterapia, Terapia Ocupacional, Odontología y Enfermería. Además, la OMS aprueba su uso en el área de la salud y está, además, prevista en el Sistema Único de Salud (SUS). 

Al igual que en todas las áreas que tratan con nuestra salud, es importante estar atento a una cuestión importante antes de invertir en este tratamiento: contar con el apoyo de profesionales de salud mental licenciados o certificados, especialmente entrenados en esta técnica. Esto porque  profesionales debidamente capacitados podrán ofrecer una mayor seguridad y calidad en la atención para ayudarte a alcanzar tu objetivo con la hipnoterapia.

La hipnosis, por su parte, puede ayudarte a entender cómo funcionan los principales desencadenantes de tu ansiedad. Así como resignificar eventos y experiencias, así como ofrecer alternativas y entrenamiento cognitivo para que desarrolles hábitos saludables y deseados en tu vida.

¿Pero por qué los terapeutas usan la hipnosis en estos casos?

Porque es una herramienta que puede potenciar los resultados con el paciente, ya que el auxilio de la experiencia hipnótica facilita el proceso de cambio de dentro hacia afuera. 

Así, a lo largo de las sesiones, uno de los enfoques puede ser animar al paciente a acceder a ese momento (traumático) que pudo haber sido el factor desencadenante de la ansiedad y lidiar con la situación de una manera diferente, cambiando su percepción sobre ese evento y, por lo tanto, trabajando el/los motivador(es) para que pueda superarlo(s). 

Este, claro, es solo uno de los ejemplos. También es posible aprender, a lo largo del tratamiento, a: 

• desarrollar atención enfocada, 
• tener mayor control físico y emocional, 
• controlar mejor los propios pensamientos, permitiendo que los comportamientos disfuncionales sean cada vez más raros.

Atención: no todo lo que lees sobre hipnosis es verdad

Existen diversos mitos que rodean la práctica de la hipnosis, entre ellos que el paciente puede nunca más salir de un estado hipnótico, pero esto no es verdad. 

La técnica induce un estado momentáneo, hecho para realizar una tarea específica. Es casi como la concentración que alcanzas para resolver un determinado ejercicio. 

Por lo tanto, en cuanto dejes de recibir esos estímulos, volverás a tu estado normal de conciencia.

Para salir de este universo que mistifica la hipnosis, vale recordar que es solo una herramienta que puede auxiliar en el alcance de un grado de concentración elevado. Es decir, es un estado al que todos pueden tener acceso en determinada actividad y que, incluso, puede suceder en el día a día sin que nos demos cuenta. 

En el uso profesional de la técnica, sin embargo, la diferencia es que el especialista enseña a intensificar esta actividad cerebral, elevando la concentración y, como ya hemos mencionado, dirigiendo los pensamientos hacia un objetivo terapéutico determinado. 

La verdad es que las posibilidades son muchas y, claro, pueden funcionar de maneras específicas para cada paciente. Lo importante es centrarse en el objetivo: recuperar la calidad de vida.

 
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